Muerto hasta el anochecer epub gratis




















Puede que tenga la sangre sabrosa. No te ha estado cuidando muy bien. Surgieron sus colmillos, que por vez primera vi completamente desplegados. Mantener alzadas las protecciones mentales me estaba resultando demasiado duro. Respiraba con pesadez, pero sus colmillos se retiraron. Ya estaba a menos de un metro de distancia.

Excepto el sino—sida. Todos los vampiros se quedaron helados, mirando a Jerry como si fuera la muerte disfrazada. No era un vampiro pero era fuerte, y estaba claro que solo se encontraba en las primeras fases de la enfermedad. Pude ver el rostro de Diane por encima del hombro de Jerry, y estaba sonriendo. Esa es una buena pregunta, Malcolm.

Como siempre, nuestra Diane ha ido directa a la yugular. Es tuya —dijo la vampira, aunque no sonaba amedrentada ni convencida. Estaba claro que ese tipo de tratamiento no era algo nuevo. Son horribles. Dictan sus propias leyes. Los vampiros como yo, que viven solos, recuerdan un poco mejor su antigua humanidad. Sus cejas se arquearon de manera inquisitiva.

Podemos tener relaciones sexuales, pero no tener hijos o dejar embarazada a una mujer. Mi bolso estaba en el suelo, junto a la puerta delantera. Tal vez. No me gustaba demasiado Dawn, y yo a ella tampoco. No ha venido hoy a trabajar, y tampoco ayer. Los coches, las plantas, los tejados, las ventanas, todo se ve impregnado de un fulgor amarillo.

Fui al instituto con JB du Rone. Es tan terrible, JB Y en ese momento, hasta poco conveniente. Rene dice que le ha sucedido algo a Dawn Green. De hecho, su boca estaba un poco entreabierta, revelando una dentadura perfecta. Era tan dulce y bonita Otro canal. No pude leer los pensamientos de Sam. Era como una puerta de hierro que se cerrara. En mi cara. Merlotte, a no ser que usted tenga una llave maestra.

Tengo una prima en Springhill que necesita trabajo. Puede que la llame. Durante un largo momento, estuvimos bajo el sol sosteniendo nuestras manos, con la gente revoloteando a nuestro alrededor. Su palma era caliente y seca, los dedos fuertes. El contraste resultaba doloroso. Pero hablar con JB, o incluso leer su mente, era tan interesante como un librito de preescolar para un lector adulto.

Pero ahora mismo estoy bastante triste. Estaba usando esa voz serena y potente que muchos profesionales adoptan en los momentos de crisis—. Soy Andy Bellefleur. Sonaba como si hubiera tenido un encontronazo o dos con Jason. Bien, por lo que me he enterado, trabajas en Merlotte's.

Buena pregunta. Pero era la verdad. Dame un ejemplo. Me pilla de camino al bar, y yo no tengo hijos como Arlene, la otra camarera de nuestro turno. Compton en vuestra casa? Esto de la casa nos va a llevar cierto tiempo, como puede ver.

Merezco tanto respeto como tu hermana, la abogada, Andy Bellefleur, y no lo olvides. No soy idiota y tampoco una fulana. Siempre me pasaba cuando daba a la gente una muestra de mi discapacidad. Sam no quiere tener un restaurante, sino un bar donde se pueda comer un poco.

Aunque no es que me queje—dijo Terry. Estoy tan acostumbrada que ya no me fijo nunca en ello, pero en ese momento su sombra de ojos me trajo a la memoria a aquel chico, Jerry. Como Maudette. Y ahora que lo pensaba, Bill era una de esas cosas. Tengo los pies destrozados. Igual que Maudette Pickens. Vino a mi casa. Los ojos de Bill resultaban del todo oscuros bajo la luz de la luna. Soy una camarera, como Dawn. Vengo de una familia sencilla, como Maudette.

No eres como nosotros, pero tampoco como ellos. Si se puede calificar el silencio, aquel fue reflexivo. Y era tan maravilloso no saberlo Al menos por la noche. Su hermana, Portia, es abogada. Su primo Terry es veterano de guerra y camarero. Sustituye a Sam. Me estaba aplastando. Estoy realmente agotada, Bill. No estaba dispuesto a darme una respuesta directa. Yo conduzco. Pero por primera vez que yo recordara mi atractivo hermano estaba de verdad preocupado. Por supuesto, no me alegraba que se viera en problemas, pero tampoco llegaba a lamentarlo del todo.

No soy perfecta. Hace bastante bueno al aire libre. Sus brillantes ojos azules se cerraron brevemente, como si estuviera analizando mi olor. Esta se acomodaba en el brazo de una vieja silla llena de trastos.

Bueno, que lo jodan. Ha sido un placer volver a verla. Conduce con cuidado, Bill, y no bebas demasiado. Henry Ford, probablemente. Sus oscuros ojos estaban muy abiertos y no parpadeaban. Bill puso cintas casi todo el rato. Todo era gris, negro o rojo. Lo que era inusual era la clientela. Y los letreros. El bar estaba lleno. Los fans "colmilleros", como los llamaban estaban vestidos con todo su esplendor.

Largo tiempo sin verte. Tiene algunas preguntas. Te agradezco las molestias. Eso es lo que todos somos. La mano de Bill me condujo a un reservado que acababa de quedar vacante. Entre por su cuenta y riesgo". Para mi disgusto, solo fue la primera de cuatro.

Hubiese preferido que sonara como si fuera un placer tenerle a mi lado. De hecho era radiante: rubio, ojos azules, alto y de anchos hombros. Somos muy fuertes y muy violentos. Quieres vivir integrado, no vas a hacer nada antisocial. Muy bien, vayamos a ver a Eric. Hubo una pausa. Yo hubiera dicho algo, pero Bill me apretaba el brazo con fuerza. Ya me empezaba a cansar de aquello. Miraron las fotos. Le gustaba el dolor. Puede que los vampiros no se preocuparan por los matices sociales.

Cuando viniste a mi casa, tuve que invitarte. No me has sacado a ninguna parte: acechar en la entrada de mi casa no cuenta, y pedirme que me pase por tu casa y te deje una lista de obreros tampoco. Es tan viejo que solo necesita un sorbo para mantener su fuerza, ya casi nunca mata. Permanecimos en silencio durante un minuto o dos. Fue a la barra.

Y me detuve. No dije nada. En el exterior, Eric nos esperaba junto a su coche: un Corvette, por supuesto. Los amplios ojos azules de Eric brillaban incluso en la penumbra del estacionamiento.

Iba a tener que explicarlo. Pasamos un rato estupendo durante unos cinco minutos; pude sentir las oleadas de sensaciones que me atravesaban el cuerpo. Marchaos ya. Estaba furioso. Me alegraba haber descubierto que Bill no era indiferente a mis atractivos personales, por escasos que fueran.

O tal vez incluso por Sombra Larga. Empezaba a darme cuenta de que la posibilidad de mantener relaciones sexuales durante varios siglos proporcionaba oportunidades de sobra para experimentar largo y tendido.

Me recordaba a los tormentos menos sofisticados que tuve que soportar en la escuela primaria. Lo sabe. Pero en vez de eso, Andy Bellefleur dijo: —Lo siento, Sookie. Estaba terriblemente avergonzado. Hoy no estamos muy liados. Sam no dijo nada en ese momento. Como Andy Bellefleur. Como Bill. Detuve el cepillo a mitad de movimiento.

Pero no se lo he preguntado. Bien, bien. Y con un humano. Era su noche. Nada blanco y negro, eso desde luego; ya estaba bastante harta de los colores de las camareras de Merlotte's. Me puse una cadenilla en el cuello, unos grandes pendientes dorados, y ya estaba lista.

El Sr. Es una Norris con ciertas dudas—. Sam estaba a mi lado con los brazos cruzados y la pierna derecha descansando sobre la izquierda a la altura del tobillo. No supe si Bill estaba lanzando glamour sobre toda la sala, o si era tan solo que aquella gente estaba predispuesta a sentirse interesada, pero todos los presentes guardaron un expectante silencio.

En ese momento Bill me vio. La Sra. Hubo muchos desertores. No era un dato muy del agrado de los Descendientes, pero unos pocos asintieron mostrando su acuerdo.

Era valiente. Estaban embelesados, abrumados. Luego todos quisieron tener una charla personal con Bill excepto Sam y yo. Mientras el reluctante conferenciante invitado era rodeado por los Descendientes, nosotros dos nos escabullimos hasta la camioneta de Sam. Tiramos de la cuerda en uno y otro sentido durante demasiado rato. En apariencia, fuese lo que fuese no lograba soltarlo. Mejor me iba a casa. Fue un trayecto de vuelta muy gracioso.

La luz de la abuela estaba encendida, pero el resto del edificio estaba a oscuras. Fue muy agradable, pero de repente mi censor interno dijo: "Es el jefe". Nos dirigimos a la puerta sin mediar palabra. Mientras andaba me iba desabrochando la blusa, agotada y con ganas de meterme en la cama. Algo iba mal. Todo estaba en su sitio. Era el olor. Un olor a cobre, penetrante y salado. El olor de la sangre. Estaba inmaculado. La cocina estaba Estoy actuando como aquel chico.

He ido a mi casa, cruzando el cementerio, para cambiarme. Y de pronto me puse a llorar, de manera igual de repentina. Pero estaba en su derecho a saberlo. El que lo ha hecho le ha dejado algunos cortes. No creo que haya sido Bill. No creo que Bill matara a Maudette y a Dawn. Su voz era profunda e intensa. No ha podido ayudar a tu abuela, y no puede soportar la idea de que alguien te estuviera esperando y la matara a ella en tu lugar.

No pude evitar pensar que los depredadores siempre estudian a su presa. Incluso para ser un Bellefleur. Comenzamos a andar hacia la luz. Daba mucho miedo. Jason estaba sollozando. Sus pensamientos eran un amasijo triste, confuso y entremezclado. Fue el mayor funeral realizado nunca en la Parroquia de Renard. Eso dijo el pastor. Bajo un brillante cielo de verano precoz, mi abuela fue enterrada junto a mi madre y mi padre en la fosa familiar del antiguo cementerio situado entre su casa y la de los Compton.

Jason estaba en lo cierto. Ahora era mi casa. No, no puede. No puede salir. Estoy tan contenta de que diera aquella charla en el club Eso ha hecho mucho por convertirlo en parte de la comunidad. Pero ha tenido algunos visitantes cuyo aspecto no ha gustado mucho a la gente. Pero entonces me di cuenta, al mirar hacia fuera, a la ladera de la colina, que todo el pueblo se apenaba conmigo.

Pero hubo un momento particular. Salvo lo de la bebida. Imagino que vosotros Era demasiado tiempo, necesitaba regresar al trabajo. Era una vieja cama de columnas con dosel. No, no, no, no iba a caer en esa vieja trampa. Cargamos las cajas en el coche de Arlene. Ven a vernos pronto. Era como me iba a sentir a partir de entonces. Era Bill, que esperaba paciente en el porche. Lo hice pasar sin sentirme ni alegre ni triste por verlo.

Nada de maquillaje. Como siempre, su silencio mental fue muy agradable. Mi esposa estaba viviendo entonces con mi familia, y mis hijos Y su cuerpo me estaba diciendo algo muy sencillo.

Sus ojos repasaron mi cuerpo como si fuera un vaso de agua en medio de las dunas del desierto. Se retuvo con esfuerzo casi palpable. Ay, ay, ay. Eres maravillosa. Y me lo dijo. Era imposible no sentirse Lo normal era que no bebiera durante la jornada laboral.

Una y otra y otra vez, como si no hubiera respondido ya setenta y cinco veces a esas mismas preguntas. Rene y yo cruzamos la mirada.

Intercambiamos una mirada. Arlene no fue tan poco observadora como mi hermano. Me puse tan roja como una remolacha. He visto que te miraba. Estaba actuando como si me avergonzara. Endereza la espalda, Sookie Stackhouse, me dije con firmeza. Igual que Charlsie Tooten.

Ya sabes, Bill. Bill, eh, tiene ese virus. Sam no dijo nada. No te metas en mi vida personal. Me refiero como amantes. Me hizo temblar. Pero justo en ese instante, todo se fue al infierno. Probablemente estacionando el coche. Era mucho pedir que lo hubieran dejado en casa. Los dos vampiros gritaron con fingida sorpresa al ver a Bill, como borrachos enloquecidos. Aunque claro A algunos no nos gusta ir a los Estaba inclinado sobre la barra, con una cerveza entre los codos. O con nuestro antiguo amigo Bill.

Era probable que por ambas cosas. Bill me condujo a la cocina. Era lo bastante grande para una pareja de personas adultas y puede que un enano o dos—. Tiene chorros que se pueden ajustar de manera individual para que cada persona reciba la fuerza deseada del agua. El interior estaba decorado con baldosas azules y verdes. Bill, no puedes imaginarte lo maravilloso que es eso. Conmigo menos que nadie. Me estaba mirando, y yo comenzaba a darme cuenta de que le gustaba hacerlo.

Pero Bill odiaba que lo evitaran. Sus ojos comenzaron a llamear. Su rostro estaba torcido por la repugnancia. Eran tan distintos Oh, claro. Es el hermano de la abuela, y la abuela era la madre de mi padre. Y ahora me marcho —dije, saliendo de la cama y tratando de recuperar mi ropa.

Puedo sentir su proximidad. Eso era todo. Tengo algo que contarte. Espero que cada vez que piense en lo que me hizo, un demonio le pinche el culo con un tridente. Estaba muy enfermo. Me voy a casa. Tengo que ducharme y prepararme para el trabajo. Bill ha hecho que lo maten. Conduje hasta casa tratando de estar igual de aislada, pero cuando estuve sola tuve que enfrentarme a los hechos. Pero no puedo Ahora me da miedo decir cualquier cosa delante de ti.

No estoy acostumbrada a que mis problemas se resuelvan de esa manera. Pero no puedo permitir que trates de arreglar mi vida diaria.

Cuando trato de decirte que te amo, Bill, me choco contra un muro de piedra. Era un fuego azul; no llamas rojas y naranjas, no esa clase de calor, sino fuego azul.

Tras un segundo sus brazos me rodearon. Me temblaban las piernas. Por primera vez en mi vida tuve un cuidado especial con los cerrojos y la seguridad. Estuvieron muy contentos de recibirlo. Un grupo de hombres de la zona estaba planeando quemar a los vampiros de Monroe. Pero no pude localizar el origen de la idea.

De hecho, los rumores apuntaban a que el informe del forense mostraba evidencias de lo contrario. Es una especie de meca para nosotros, ya sabes.

Me parece que Sam ha renovado las existencias de sangre, Bill, por si quieres. Me daban ganas de estamparle la botella en la cabeza. Una estancia de una noche.

A1 menos no estaba pensando en quemar nada, excepto tal vez crear algo de calor en la cama de Liz Barrett. Los hombres se quedaban de pie en vez de sentarse. Era todo el boca a boca, entre susurros. Aquello no era nada bueno. Pero no estoy seguro. Pero no le vi, y no quise ir a su casa. Eran las siete y media. Lo que quedaba de la tapa dejaba al descubierto el interior. El cuerpo se desintegraba pedazo a pedazo delante de mis ojos. Sam se encontraba a mi lado. Sudaba bajo el calor matutino y me miraba como si llevara horas levantado.

Se desintegraban. Pero el humano. Gracias a Dios. Malcolm, Diane, Liam. Sus manos eran tan fuertes como bandas de acero. Coge un cubo, algo de amoniaco y unos trapos. Cuando las persianas estuvieron limpias, sacamos brillo a las ventanas. Encontramos el limpiador de plata y la limpiamos.

Entonces Sam dijo: —Me marcho, Sookie. Hoy me has salvado. No hubo respuesta. Cuando voy a dormir en la tierra, me la quito. Pude sentir su rabia. Su hambre. Sus colmillos perforaron mi cuello. Sam me ha hecho limpiar la casa. Era duro como una roca. Puedes estar a salvo conmigo—dije con fervor.

Puedo lograr que te acepten. Puedo hacerlo. Quiero volver a entrar en ti. Es solo que cuando pruebo tu sangre es como una gran apoteosis. Bill y yo nos adaptamos a una complicada rutina. Entonces reduje el hierro. Debe de ser terrible sentirse tan poderoso despierto y tan indefenso dormido. La causa de las muertes fue el estrangulamiento. Pero es complicado mantener esas precauciones; es un enorme peso para los nervios, y no me cabe duda de que las tres volvimos pronto a retomar nuestra rutina descuidada.

Tiene que haber algo que no me hayas contado. Solo quedaba la esperanza de que Sid Matt Lancaster fuera bueno convenciendo a la gente. Pero no puedes entenderlo, no eres madre. No puedo dejar a mis hijos con un vampiro. No puedo. Fue sabio y mantuvo las distancias. Empezaba a sentirme de nuevo harta de todo aquello. No dijo ni una palabra. Al final, obtuve un agujero realmente hermoso. Bill hizo gesto de recogerme—. Puedo entrar en casa por mi propio pie. En ocasiones hiero a alguien.

Haz el amor conmigo. A veces Bill era demasiado listo interpretando a las personas. Lo que ocurre es que te has acostumbrado a mantener tu don encerrado. Esto es un chantaje en toda regla. Mi precioso don. Aquello no era culpa de Bill. A no ser que de verdad estuviera tranquilo.

Puse cara de asco. No estoy herida. Nada de sexo con ninguna otra persona, te lo prometo. Sus dedos me encontraron. Di un respingo de sorpresa. Sus manos me aferraban las caderas. Me puse unas sandalias blancas y una camiseta de cuello amplio. Me dije que era como ponerse furiosa con la vaca de la que se hubiera comido una hamburguesa. Me dieron ganas de ponerle mala cara.

La Llamada Secreta de los Vampiros, supuse. Cruzamos la puerta de la derecha. Estaba en buena forma, con una camiseta de tirantes y pantalones de deporte, ambas prendas de color verde oscuro. Y este es Bruce. Era de mediana edad y barrigudo, con escaso pelo oscuro que se curvaba en ondulaciones fijas sobre su cuero cabelludo. Pam y Sombra Larga se apoyaban contra la pared, cerca de Eric, junto a la puerta.

Mentira, mentira y tres veces mentira. Y de repente estuve en su cabeza. Pam y Sombra Larga son mis socios en el bar, y si ninguno de los humanos es culpable, supongo que tendremos que mirar hacia ellos. Se trataba de una camarera, vestida con delantal negro.

Su voz era como un muro de piedra: lisa y sin fisuras. Me entraron ganas de vomitar. No puede decir el nombre, le ha mordido. Un vampiro fuerte. Y de mi terror. Pude ver sus ojos por encima de mi brazo. De repente se desenfocaron y perdieron fuerza. Manojos de su denso pelo negro cayeron sobre mi cara. Yo estaba conmocionada, incapaz por completo de moverme. Una estaca le asomaba de la espalda. Pam se encontraba junto a la puerta, sosteniendo con una mano el brazo de Belinda.

Su voz resultaba siniestra y ronca. He hecho eso por ti, Eric, y ahora tenemos que irnos. Era lo acordado. Sus pupilas estaban muy dilatadas. Contemplaba a Eric. No estoy de humor. Algunos contratan administradores, otros se meten en el mercado inmobiliario y otros viven de los intereses de sus inversiones.

Eric y Pam montaron juntos el bar. Hubo otro prolongado silencio. Incluso de Bill. Ya me tocaba recordar que era humana.

No era nada serio. Pero no era una diferencia marcada. Tuve mas confianza en mi sexualidad y su poder. No me estaba convirtiendo en una vampira. Todos los limones estaban en cuartos, todas las limas en rodajas. En unos treinta segundos. Sus brillantes ojos azules me analizaron de arriba abajo—. Pude sentir su inseguridad, su deseo. Sam y yo nos alejamos el uno del otro.

Rolliza, boba, bienintencionada y esforzada trabajadora, Charlsie era la empleada ideal. Le di el abrazo de rigor y Sam le dio unas palmadas en el hombro. En cierto momento mis ojos se encontraron con los de Sam, y tras un breve instante los dos apartamos a la vez la mirada. El sheriff Bud Dearborn se sentaba en una mesa con el alcalde, Sterling Norris, amigo de mi abuela. Entonces fue Oh, cielos, estaba pensando que Jean—Anne tuvo suerte de que no la estrangulara. Lafayette pensaba que trabajar conmigo se estaba convirtiendo en algo espeluznante.

No era la clase de problemas que Arlene estaba preparada para manejar. Jason estaba en la barra. Uno pensaba con intensidad en todo lo que echaba de menos a su esposa, y el trasfondo indicaba que le era fiel. Bill estaba con una chica humana. Estaba borracha. Demasiados problemas y demasiado alcohol.

Genial, lo peor de las dos respuestas. Jason me puso la mano en el hombro. Tengo que enviarla de vuelta. Me llamo Desiree. Creo que te conozco de antes, Jason. Casi se puede decir que soy una cosecha especial. Yo tengo que hablar con tu hermana. Nunca antes nadie me ha despreciado. Pero dispongo de mi propia bodega. Era como tropezarse con un muro de ladrillos. Nos separamos para subirnos a nuestros respectivos coches. Rodeamos la casa y bajamos la pendiente a lo largo de un caminillo empedrado.

El dolor de mi pecho fue tan intenso que me puse la mano encima, apretando la zona sobre mi seno. No pude responderle, me faltaba el aliento—. Y puede cumplir sus amenazas. Sookie, tengo que darte malas noticias. Y eres preciosa. Adoraba escuchar su risa—. The final girl suppo. Beautiful world, whe. Malibu rising. Libros gratis agregados recientemente » Alexander: Lo vas a amar de Marcos A.

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